"La ciencia cada vez màs se parecerà a la hierba, estara en el medio, entre unas cosas y otras, acompañando su fuga (aunque bien es cierto que los aparatos de poder exigiràn cada vez màs una reordenaciòn, una recodificaciòn de la ciencia)" Gilles Deleuze

Maurice Banchot

“Lo que nosotros negamos no carece de valor ni de importancia. Más bien a eso se debe que la negación sea necesaria. Hay una razón que no aceptaremos, hay una apariencia de sabiduría que nos horroriza, hay una petición de acuerdo y conciliación que no escucharemos. Se ha producido una ruptura. Hemos sido reducidos a esa franqueza que no tolera la complicidad.

lunes, 29 de junio de 2009

GIORDANO BRUNO: Selección de fragmentos


Prof.: Adriana Paloma

No hay sentido que vea el infinito, no hay sentido al que se exija esta conclusión, porque el infinito no puede ser objeto del sentido; y por ello quien pide conocerlo por vía del sentido es semejante a aquél que quisiese ver con los ojos la sustancia y la esencia; y quien por ello negase la cosa -por no ser sensible o visible-, vendía a negar su propia sustancia y ser (Sobre el Infinito Universo y los Mundos, diálogo I)

¿Dónde está, pues, la verdad?
En el objeto sensible está solamente como en un espejo, en la razón por modo de argumentación y discurso, en el entendimiento por modo de principio y conclusión, en la mens está en su propia y viva forma (Sobre el Infinito Universo y los Mundos, diálogo I)

Digo que el universo es todo el infinito, porque no tiene márgenes, términos ni superficies que lo limiten; afirmo que el universo no es totalmente infinito, porque todas las partes que podemos considerar en él son finitas y cada uno de los mundos innumerables que contiene es finito. Afirmo que Dios es todo él infinito, porque rebasa todo término y todos sus atributos son uno e infinito, y afirmo que Dios es totalmente infinito, porque el está en todo el mundo y está infinita y totalmente en cada una de sus partes, al contrario de la infinitud del universo, que está totalmente en el todo y no en las partes- si es que prefiriéndose al infinito pueden ser llamadas partes-, que podemos comprender en él. (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo I)

Siendo el universo infinito e inmóvil no es preciso que busquemos su motor; segundo, que siendo infinitos los mundos contenidos en él, así las tierras, las estrellas y otras especies de cuerpos llamados astros, todos ellos se mueven por un principio interior, que es su propia alma, como lo hemos probado en otro sitio, de ahí que sea en vano andar buscando su motor extrínseco; en tercer lugar, que estos cuerpos mundiales se mueven en la región etérea y no están más fijos ni clavados en cuerpo alguno de lo que lo está la tierra, que es uno de esos cuerpos, por ello podemos probar de este modo que, por el interior animal ínsito, circunda el propio centro y el sol, de varias maneras (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo I)

Yo no reclamo un espacio infinito - y la naturaleza no tiene un espacio infinito- por la dignidad de la extensión y de la masa corporal, sino por la dignidad de la naturaleza y de las especies corporales, porque de una manera incomparablemente mejor se presenta la excelencia infinita en individuos innumerables que en individuos numerables y finitos. Por eso es necesario que del inaccesible rostro divino el simulacro sea infinito y que en este, como miembros infinitos, se encuentren mundos innumerables, cuales son los otros: los miembros propios de la divinidad. Por ello, mediante innumerables grados de perfección- que expliquen por modo corporal la excelencia divina incorporal-, deben existir individuos innumerables, cuales son estos grandes animales, -uno de ellos es la tierra, madre divina que nos ha parido y nos alimenta y, más tarde, volverá a acogernos-; así, para contener estos mundos innumerables se requiere un espacio infinito. Al igual que está bien que este mundo haya existido y pueda existir, así no está menos bien que, pudiendo existir, existan mundos innumerables similares a éste. (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo I)

El alma moviente y el cuerpo movido coinciden en un sujeto finito: en cada uno, digo, de estos astros mundiales. De tal suerte que el primer principio no es lo que mueve, sino lo que, quieto e inmóvil, da el poder de moverse a mundos infinitos e innumerables, animales estos grandes y pequeños puestos en la vasta región del universo. (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo I)

Aún cuando el cielo, el aire infinito e inmenso sean parte del universo infinito, no son sin embargo mundo ni parte de los mundos, sino receptáculo y campo. En estos los mundos se encuentran, se mueven, viven, vegetan y ponen en efecto los actos de sus cambios, producen, nutren, repasan y mantienen a sus habitantes y animales, y de acuerdo con ciertas disposiciones y órdenes administran la naturaleza superior cambiando el rostro de un ser único en sujetos innumerables. Cada uno de estos mundos es un centro hacia el que convergen todas sus partes, y en donde descansan todas las cosas congéneres. (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo II)

Mundos innumerables que aparecen o tanto o más magníficos que éste y son o soles o astros a los que el sol no menos difunde los divinos y fecundos rayos, que hablan de la felicidad del propio sujeto y fuente, haciendo afortunados a los astros vecinos que participan de la virtud difundida. Infinitos son pues, los innumerables miembros principales del universo y todos ellos tienen una misma cara, faz, prerrogativa, virtud y efecto. (Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo II)

Los mundos están compuestos por contrarios y los unen contrarios.

(Sobre el infinito universo y los mundos, diálogo II)

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