"La ciencia cada vez màs se parecerà a la hierba, estara en el medio, entre unas cosas y otras, acompañando su fuga (aunque bien es cierto que los aparatos de poder exigiràn cada vez màs una reordenaciòn, una recodificaciòn de la ciencia)" Gilles Deleuze

Maurice Banchot

“Lo que nosotros negamos no carece de valor ni de importancia. Más bien a eso se debe que la negación sea necesaria. Hay una razón que no aceptaremos, hay una apariencia de sabiduría que nos horroriza, hay una petición de acuerdo y conciliación que no escucharemos. Se ha producido una ruptura. Hemos sido reducidos a esa franqueza que no tolera la complicidad.

sábado, 24 de octubre de 2009

Nota de lectura y comentario de El libro negro del psicoanálisis


Elisabeth Roudinesco

Para información, Paris, 29 de Agosto de 2005

1 –Contenido de la obra

El próximo Septiembre aparecerá en las Arenès [Ed.] una obra colectiva titulada El libro negro del psicoanálisis. Vivir, pensar y mejorar1 sin Freud.Catherine Meyer es su editora responsable con la colaboración de Mikkel Borch-Jacobsen, Jean Cottraux y Jacques Van Rillaert.
En este trabajo, los freudianos son acusados: han invadido los medios, se dice, a golpes de propaganda y mentiras.

Todos los representantes del movimiento psicoanalítico desde sus orígenes son atacados con rara violencia: Melanie Klein, Ernest Jones, Anna Freud, Bruno Bettelheim (etc), y en Francia, Jacques Lacan, Françoise Dolto, sus alumnos y los principales jefes de fila [chefs de file] de la escuela francesa (confundidas todas las tendencias, IPA y lacanianos).

Las cifras son falsas, las afirmaciones inexactas, las interpretaciones a veces delirantes. Francia y los países latinoamericanos son tratados de retrasados, como si el psicoanálisis hubiera encontrado allí refugio para razones oscuras, como si incluso hubiera sido expulsado de todos los países civilizados. Recuerdo que está sólidamente implantado en 41 países y en vías de expansión en los países del antiguo bloque soviético donde había sido prohibido, así como también en el mundo árabe e islámico. La crisis del psicoanálisis, que es real hoy, tiene múltiples causas que jamás son evocadas por los autores, quienes han abandonado todo espíritu crítico para lanzarse a denuncias extravagantes.

Freud es el más atacado: mentiroso, falso, plagiario, simulador, propagandista, padre incestuoso, se lo presenta como una especie de dictador que engañó al mundo entero con una doctrina falsa. En suma, esta doctrina no tendría existencia (es una « teoría cero ») puesto que el inconsciente existía antes que Freud, quien habría engañado a una humanidad crédula, tomándose por un nuevo Mesías.

Freud es también acusado, como todos sus sucesores, de haber dejado a sus pacientes en un estado de ruina atroz y de haber inventado falsas curas. Todos los movimientos psicoanalíticos son denunciados como lugares de corrupción y los psicoanalistas acusados de haber cometido crímenes: 10000 muertes en Francia, entre los toxicómanos, puesto que habrían contribuido a prohibir los tratamientos de sustitución. Ninguna prueba de este goulag [sic] imaginario es aportada por los autores.

Los psicoanalistas son acusados también de haber infligido verdaderas torturas interpretativas a padres de niños autistas ignorando la causalidad orgánica de esta enfermedad.

Los responsables de este libro negro incitan al gran público y los medios a desconfiar de los tratamientos psicoanalíticos. El título es por demás elocuente: la expresión «libro negro» reenvía a la existencia de complots o de masacres ocultas. La idea de “pensar sin Freud” significa claramente que el pensamiento freudiano no debe ser enseñado puesto que es una falsa ciencia.

Debo recordar que está en el programa de bachillerato y que pertenece no sólo a la comunidad psicoanalítica sino a la historia de la cultura occidental.

En cuanto a la proposición de “mejorar sin Freud”, significa que los pacientes son invitados a abandonar a sus terapeutas para unirse a aquellos que, hoy, serían los únicos capaces de curar a la humanidad de sus problemas psíquicos: los psiquiatras cognitivo-comportamentales (TCC), (532 en Francia).

Esta proposición deja entender, asimismo, que el psicoanálisis estaría privado de todo saber clínico. ¿Quiere con ello significarse que no estaría en su lugar en los departamentos de las universidades donde se enseña psicopatología? Se le puede preguntar.

Se acusa a los psicoterapeutas de todas las tendencias de ser los criados [valets] de la falsa ciencia freudiana y los imitadores de sus representantes.

Philippe Douste-Blazy (predecesor de Xavier Bertrand), es atacado por haber retirado el informe del INSERM del sitio del Ministerio de Salud. Las pruebas del libro circulan en los medios y en el INSERM. Las familias de niños autistas han sido convocadas a unirse al Comité de Ética, no contra los charlatanes de los cuales habrían sido las víctimas reales, sino contra una disciplina (el psicoanálisis) y contra sus tratamientos, designados como nocivos. Se condena (procesa) a Freud y al psicoanálisis entonces, y no a las personas privadas presumiblemente culpables de abuso.

Jean Cottraux es uno de los redactores del informe del INSERM. Se presenta en el sitio y en la prensa, sin aportar pruebas de ello, como un interlocutor privilegiado del gabinete del Ministro de Salud. Información desmentida por el Ministerio.

En un sub-capítulo del Libro negro titulado “Crónica de una generación. Cómo el psicoanálisis tomó el poder en Francia”, Jean Cottraux habla de sí mismo. Cuenta que cuando cursaba sus estudios de psiquiatría en Lyon a fines de los años 1960, fue la inocente víctima de la contaminación freudiana. Fue, dice, testigo de cosas abominables en su buena ciudad, asistiendo, especialmente, a tres escenas atroces: una invasión de “visitantes”, como lo dice él.

Vio llegar un día a la estación de Lyon-Perrache, a un monstruo de nombre Jacques Lacan recibido por un extraño profesor de filosofía, un poco ridículo, llamado Gilles Deleuze. Y los dos hombres se dijeron tonterías: “Ah, mi estimado maestro, qué placer, etc.”. Otro día, vio venir a otro visitador también sospechoso, una mujer, un poco bruta [bébête], de nombre Françoise Dolto, y conservó de esta visita un recuerdo aterrado: "ella había empujado un poco lejos el tapón". El tercer visitante que preocupó a Jean Cottraux era un ogro, un imbécil, un bruto, del nombre Bruno Bettelheim.

Luego de haber sido así visitado, Jean Cottraux pasó cuatro años en un diván. Al término de ese calvario, “colgó los hábitos analíticos” y ahora es un hombre feliz. He ahí entonces lo que es para él la historia del psicoanálisis en Francia, su famosa “cara oculta”. Se resume en la auto-ficción de un humilde psiquiatra de provincia (es así como él se designa) que fue la presa de grandes lobos malévolos y que ahora descubrió finalmente, con las TCC, la solución a sus problemas.

Presidente de varias asociaciones privadas que brindan formación en TCC, Jean Cottraux se sobrepuso de sus emociones juveniles: dirige un DU de TCC siendo responsable de una unidad de tratamiento de la ansiedad en un centro hospitalario de neurología.

Otro psiquiatra, Patrick Légeron, fue también aterrorizado por la contaminación freudiana en Francia. Y de golpe, da una nueva versión de la « cara oculta » de su historia. Sus practicantes, dice en resumen, han sido en su conjunto tan nulos y poco competentes que son responsables colectivamente de un formidable delito: el sobre-consumo de prozac en Francia. Se trata allí, se comprenderá, de una admirable metodología histórica –fundada sobre la noción de causalidad única y de explicación incisiva– digna de Monsieur Homais, y de la cual los historiadores deberían preocuparse. Para salir de este “efecto perverso”, Patrick Légeron llama a los infortunados pacientes, víctimas de las curas analíticas, a dejar sus divanes, a dejar de tomar antidepresivos y a confiar en las TCC que les aportarán finalmente una solución a sus problemas.

La obra está redactada por cuarenta autores y compuesta de cuatro partes. La tonalidad general es la de una requisitoria que apunta a reducir al individuo a la suma de sus comportamientos y a denunciar toda tentativa de explorar el inconsciente. Una violenta diatriba contra la religión, y especialmente contra el catolicismo, al cual son vinculados Lacan y Dolto, permite a los autores situarse, en Francia, a la izquierda del tablero político y jugar la carta del progreso contra el oscurantismo.

Después de haber sido tratada de ciencia judía y bolchevique por los nazis, de ciencia burguesa por los estalinistas, de obscenidad por la iglesia católica, de ciencia alemana [boche] por los franceses, de ciencia latina por los nórdicos, el psicoanálisis ha devenido entonces ciencia cristiana para los nuevos científicos.

En las dos primeras partes, «La cara oculta de la historia freudiana» y «Por qué el psicoanálisis tuvo tanto éxito», se reúnen textos y entrevistas de historiadores mayoritariamente anglófonos y conocidos por sus posiciones llamadas «revisionistas»: es así como ellos mismos se designaron hace veinte años, pretendiendo revisar los mitos fundadores de la impostura freudiana. Hoy se los llama en los Estados Unidos los “destructores de Freud”. Son minoría, y terminaron, finalmente, a causa de sus excesos, por ser marginalizados luego de haber querido hacer prohibir, en 1996, la realización de la gran exposición Freud de Washington, juzgada (con justa razón, por otra parte) demasiado “ortodoxa”. Pero ¿es razonable luchar contra la ortodoxia de una disciplina mediante medidas de interdicción? Ciertamente no. Y es por esto que, en esa época, yo había tomado la iniciativa, con Philippe Garnier, de una petición internacional contra ese tipo de censura.

Estos historiadores revisionistas dan vuelta la obra de Henri Ellenberger2 (de la cual tengo la responsabilidad en Francia y cuyos archivos han sido desposeídos a la SIHPP) haciendo de él un anti-freudiano radical que habría sido el primero en desenmascarar las imposturas freudianas. Se apropian pues de la historiografía sabia, de la cual yo clamo ser parte- y que es resultante a la vez de Ellenberger, de Canguilhem y de Foucault– para mezclarla con una empresa de denuncia que no tiene nada que ver, ni con el estudio crítico, aún severo, de los textos teóricos, ni con la necesaria puesta al día de la historia del movimiento psicoanalítico: de sus costumbres a menudo compasadas, de sus crisis, de sus errancias, de su propensión a la adulación de los maestros, de su dogmatismo, de su jerga y de sus verdaderos años negros (colaboración con el nazismo o las dictaduras) evocados en una línea de manera ambigua.

Nada de esto es abordado en este libro, escrito en una lengua denunciadora, y lleno de una terminología que evoca los procesos en brujería: mistificación, impostura, posesión, premeditación, asesinatos, muertes, complots, etc. Tal es el vocabulario que vuelve sin cesar bajo la pluma amarga de aquellos que se presentan como grandes especialistas de la historia de las ciencias, de la medicina, de la psiquiatría, etc., y que no tienen como visión de la historia más que el eje del bien y del mal: el mal es Freud, sus secuaces, sus curados, sus idolatras, el bien es el ejército vengador de sus detractores, vinculados a una medicina de los pobres y que parten en cruzada contra la arrogancia mediática e intelectual de los malévolos psicoanalistas de quienes se imaginan que extendieron su imperio sobre el planeta entero a golpes de protocolos y mentiras.

No formo parte de los que han contribuido a la psicologización de nuestra sociedad. Desapruebo la manera en que los psicoanalistas y los psiquiatras de todas las tendencias se apoyan sobre la doctrina freudiana para pronunciar, en los grandes medios, sus diagnósticos fulminantes contra tal o cual hombre político, como fue el caso recientemente en la revista Marianne (434, 13-19 de agosto): "los psi analizan el caso Sarkozy". Preocupado por pelear con un Ministro odiado, el dueño de este Diario recurrió a los "psi" para que declaren, en nombre de Freud, del psicoanálisis y de las clasificaciones de la psiquiatría, que el Ministro de Interior era un psicópata peligroso incapaz de gobernar Francia. Que el psicoanálisis pueda ser alegado, por sus expertos incluso, para servir a tal descenso del debate político, tiene algo de revulsivo.

Volvamos ahora al Libro negro, los textos reunidos por la editora en estos dos capítulos son resúmenes de libros ya publicados en inglés, en alemán y en francés, y por lo tanto perfectamente conocidos por los especialistas de la historiografía freudiana. Son sin embargo presentados como reveladores de una verdad oculta.3

En la tercera parte, «El psicoanálisis y sus impases», se designa al psicoanálisis como una falsa ciencia. Es Van Rillaer quien se encarga de instruir el proceso reproduciendo casi palabra por palabra el contenido de una obra ya publicada sobre el mismo tema. Edipo es una mentira, Lacan un charlatán, el psicoanálisis un delirio o una ilusión, Elizabeth Roudinesco una autora que escribe en jerga y que olvidó decir que algunos freudianos habían sido nazis y que los fundadores de los TCC eran judíos. Se califica a Freud de falsificador de resultados, a los psicoanalistas franceses de nuevosjdanoviens. Hay que señalar que ninguna alusión se hace al libro de Jacques Bénesteau, Mentiras freudianas, cuyo destino se conoce. Dos autores del Libro negro (Cottraux y Van Rillaer) habían hecho su elogio en sucesivas ocasiones.


Finalmente, en la cuarta parte, se reúnen historias de víctimas: Tausk, suicidado por Freud, Anna Freud destruida por su padre incestuoso, Marilyn Monroe, suicidada por sus psicoanalistas. A continuación siguen los testimonios de madres de autistas y de pacientes víctimas de charlatanes.

Entre las otras víctimas figuran todos los niños de Francia. Es a Didier Pleux, psicólogo y director de una Asociación de TCC, y especialista en la caza de Dolto, que debemos esta asombrosa revelación, ocultada por los historiadores oficiales –me contemplan- y según la cual la terrible visitante en Lyon (Dolto) sería responsable de la crisis de la familia occidental. Ella habría vuelto tiránicos e imposibles de educar a la totalidad de los niños de hoy. Sus herederos - Caroline Eliacheff, Claude Halmos, Marcel Rufo, etc.– no serían, según el cuarto autor del Libro negro, más que los cómplices mediáticos de este gran fracaso educativo al cual sólo las TCC podrían poner fin. Notemos que el nombre de mi madre, Jenny Aubry, no figura en esta lista negra.

El libro será la primera página del Nouvel Observateur (portada), el 1ro de Septiembre de 2005, con buenas hojas, viñetas y extractos sobre las imposturas de Freud. En ese número Ursula Gauthier –responsable del dossier- ha orquestado un “debate” favorable desde hace tiempo a las TCC – entre “aquel que cree” en el psicoanálisis (Alain de Mijolla), como revelación divina, y “aquel que no cree en él” o más bien que ha dejado de creer en él después de haber sido un fanático lacaniano “desconvertido” (Van Rillaer). Es a Ursula Gauthier que el artículo llamado de “síntesis” destinado a abrir finalmente en Francia un gran debate sobre las verdades ocultas, etc., etc., ha sido confiado.

Se opone así, en un pretendido debate objetivo (del estilo a favor o en contra de la rotación de la tierra), al representante de una religión oscurantista y a un verdadero sabio quien, después de haber descendido a los infiernos de una secta, ha finalmente vuelto para celebrar los beneficios de la ciencia y de un tratamiento nuevo, probado y evaluado y que pretende, por ejemplo, curar la fobia de las arañas en diez sesiones proponiendo a los pacientes que se confronten de entrada a una araña, luego a un conjunto de arañas: la mano, el brazo, el cuerpo entero. Leyendo semejantes cosas, uno se dice que sería necesario sugerir al propagador de este fabuloso tratamiento que lo pruebe [tester] en sí mismo en una emisión detélé-réalité (un ‘reality’), en vivo y en directo en presencia de un ejército de evaluadores.

El debate en pro y en contra -por otra parte- fue organizado, aquí como en otros lados, durante el mes de agosto, con psicoanalistas que, luego de haber sido interrogados según este eje, tomaron la defensa del psicoanálisis sin haber leído el libro. Algunos no tenían conocimiento más que de algunos artículos (en base a pruebas). Así, la revista Psychologies magazine (septiembre 2005) ha lanzado ya el « debate » a la primera plana, oponiendo los pro y los contra sobre el tema: « La guerra de los psi : por qué tanto odio?”, lo que deja entender que son los “psi” los que se odian entre ellos, y no los autores de un brûlot4, los que odian a Freud y al psicoanálisis. El matiz es de importancia ya que permite a los que son favorables al libro valorizarlo con la impresión de conservar una "objetividad".

2 – Nota sobre el estatuto jurídico de la obra

Contrariamente al Libro negro del comunismo (Laffont, 1997) que era un libro colectivo realizado por seis autores (que estuvieron luego en desacuerdo), El libro negro del psicoanálisis no es un libro de autores sino un libro del editor como lo indica su título y el nombre que figura en su portada. Es la obra de Catherine Meyer quien la realizó para las ediciones de Arènes. Esta editora no es para nada una especialista en la historia del psicoanálisis. Para realizar este libro, se rodeó de tres colaboradores (Borch-Jacobsen, Van Rillaer, Cottraux) cuyas posiciones violentamente anti-freudianas son perfectamente conocidas. Dos de ellos (Van Rillaert y Cottraux) no tienen ninguna competencia en materia de historia del freudismo. El tercero forma parte de la escuela revisionista americana (llamada de los “destructores de Freud”).

El objetivo de esta operación editorial es, por un lado, dañar a una disciplina y a sus representantes – en un contexto de crisis que sigue, en Francia, al voto de una ley sobre el estatuto de los psicoterapeutas- y, por otro lado, hacer una operación clásica de comercialización.

La editora pidió a numerosos autores que dieran contribuciones para este conjunto. La mayoría de ellos –como por otra parte los tres colaboradores- dieron textos o entrevistas, ciertamente inéditos, pero que son en general un resumen de sus propias obras o la reconsideración de artículos ya publicados y apenas alterados para la presente obra.

Algunos de ellos dieron artículos aparecidos en inglés en otras obras colectivas. El libro negro es entonces un montaje o un collageeditorial de diferentes artículos que, para la mitad de ellos, no tiene ninguna relación con lo que se enuncia en el título, en el prefacio de la editora o en las declaraciones de los tres colaboradores.

Entre los numerosos autores que dieron su acuerdo a este libro de editor, se constata que el contenido de sus textos no corresponde en nada al anuncio hecho por Catherine Meyer. Freud no es allí tratado de mistificador o de plagiario y el psicoanálisis no es allí asimilado a una disciplina criminal como es el caso de una decena de otros artículos o entrevistas.

Así, los articulos de Joëlle Proust (sobre las relaciones del psicoanálisis y las neurociencias), de Patrick Mahony (sobre las relaciones de Freud con su hija Anna) y de Philippe Pignarre (sobre los antidepresivos) – y cuyo contenido ya era conocido antes de la presente obra – apenas participan de una tal denuncia de las pretendidas mentiras de Freud.

Dicho de otra manera, incluso cuando estos autores han dado su acuerdo para figurar en este libro negro, nada permite decir que el contenido de sus artículos sea la expresión de la voluntad destructiva afirmada por la editora y por sus tres colaboradores.

Agreguemos que si se puede hablar de crímenes cometidos en nombre del comunismo o de crímenes perpetrados por el colonialismo, o aún de complots orquestados por servicios secretos, es difícil imputar al psicoanálisis en tanto tal y a sus representantes un genocidio, masacres, crímenes o complots. O entonces hay que probarlo.

En cambio, si hubo abusos cometidos en nombre de esta disciplina –y se sabe que existen- entonces las víctimas tienen el deber de llevar su denuncia contra sus abusadores frente a la justicia. Pues en un Estado de derecho, no se puede procesar a una disciplina o a sus representantes a título colectivo, salvo que se abra una caza de brujas. No se puede más que presentar una denuncia contra personas.


3 - Difamaciones

En un artículo titulado « Freud era un mentiroso », se encuentra la siguiente frase bajo la pluma de Frank Cioffi: “La verdad es que el movimiento psicoanalítico en su conjunto es uno de los movimientos intelectuales más corrompidos de la historia. Está corrompido por consideraciones políticas, por opiniones indefendibles que continúan siendo repetidas únicamente a causa de relaciones personales y de consideraciones de carrera.”

Semejante afirmación es difamatoria. Ciertamente, no apunta a una asociación psicoanalítica en tanto tal sino al conjunto del movimiento psicoanalítico, todas las tendencias confundidas, es decir, todas las asociaciones que se proclaman históricamente del psicoanálisis y de su movimiento. En consecuencia, todas las asociaciones mundiales o locales que se proclamen psicoanalíticas, de Freud o de su herencia – freudianos, annafreudianos, kleinianos, lacanianos o Ego Psychology – tendrían el derecho de agruparse, o de actuar en carácter individual para presentar una denuncia contra la citada afirmación. Esto apunta no sólo a los miembros de las asociaciones que componen el movimiento (la carrera y las relaciones personales) sino también las asociaciones mismas y la disciplina de la cual se proclaman.

Numerosos pasajes de este libro son igualmente difamatorios y podrían ser objeto de un peritaje por abogados. Sería preferible sin dudas reír, tan enorme es la broma. Pero en nuestros días, cuanto más ancha es la cuerda más fuerte es la creencia. No olvidemos el impacto que pueden tener en la opinión pública los libros que denuncian pretendidas conspiraciones.

4- Las Arènes

Editorial especializada en la denuncia de los dossiers negros de todo. Entre las publicaciones se encuentra especialmente:

Noir Chirac (Chirac Negro: violenta acusación contra el Presidente de la República acusado de haber construido por carrierismo [carriérisme] una República oculta y de haber cubierto las bajas maniobras de Jefes de Estado africanos para preservar los secretos de Estado de Francia).

Noir procès (Proceso Negro: requisitoria idéntica orquestada por Jacques Vergès en la cual tres jefes de Estado africanos se compadecen, "al peligro de su vida", de las conspiraciones de "Françafrique", es decir, de la política de Jacques Chirac).

Négrophobie (Negrofobia : misma temática).

Otros temas conspiracionistas son abordados: lo inconfesable, los asuntos atómicos, etc.

5 - Comentario

No formo parte de ninguna asociación psicoanalítica y no tengo la intención de mezclarme en el manejo de sus asuntos. Pero deploro que desde hace tantos años los psicoanalistas se hayan retirado de la vida pública y de todo compromiso político. Alegan de buen grado para explicar esta retirada el hecho de que se concentran en su trabajo clínico, doloroso y difícil. Esta actitud es respetable y comprensible. Prueba en cualquier caso que la gran mayoría de los psicoanalistas son excelentes clínicos, y especialmente, los más anónimos que jamás hablan de ellos en los medios de comunicación.

Pero esta actitud de retirada ha culminado por ser nefasta. Pues rechazando comprometerse en las cuestiones de la sociedad, y dejando el lugar a aquellos que deshonran la disciplina mediante diagnósticos fulminantes o proposiciones ridículas sobre las transformaciones de la familia, las costumbres y las nuevas prácticas sexuales, no han contribuido a la crítica necesaria de su propia doctrina, prefiriendo pelearse sobre la escena pública en querellas interminables. Después de haber, al menos en Francia, despreciado a los psicoterapeutas relacionales, resultantes por otra parte de sus divanes, helos de aquí en adelante enfrentados ellos mismos a lo que habían creído poder evitar.

Deseo que la nueva generación psicoanalítica no se equivoque sobre la significación de este Libro negro que correrá la misma suerte que todos los brûlots de este género, del mismo carácter que lasImposturas intelectuales de Sokal y Bricmont o que La espantosaimpostura de Thierry Meyssan. Pero como quiera que sea, y teniendo en cuenta el impacto que tendrá sobre la opinión pública, y en particular sobre los pacientes en souffrance (sufrientes/a la espera), perjudicará al conjunto de la comunidad psicoanalítica, si ella persevera en desconocer las querellas historiográficas y los debates de sociedad que se han desarrollado, en el mundo entero, desde hace veinte años y que, por otra parte, no tocan solamente a su disciplina.

En efecto, la ideología de la revisión sistemática es uno de los elementos principales de esta pulsión (impulso) evaluadora generalizada que ha invadido las sociedades liberales y que reduce al hombre a una cosa y al sujeto a una mercancía, pretendiendo obedecer a los principios de un nuevo humanismo científico.

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Material no obligatorio

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